Desde este martes 12 de diciembre y hasta el próximo 14 de enero de 2018 se podrá visitar, en Casa de los Morlanes, la exposición sobre el “93 Salón Internacional de Fotografía”.
Convocado desde 1925, sin interrupción alguna, por la Sociedad Fotográfica de Zaragoza, fundada tres años antes y distinguida con el título de Real desde 1997, este salón internacional de fotografía es una de las iniciativas culturales con mayor tradición y estabilidad de cuantas se celebran en nuestra ciudad y en toda la comunidad aragonesa. En esta nueva edición se mostrarán las 91 fotografías seleccionadas, incluyendo las distinguidas con los premios nacionales e internacionales otorgados por el Salón.
También hasta el 14 de enero de 2018, en el Torreón Fortea, se puede visitar la exposición de José Ramón Magallón Sicilia, titulada “Piedra, papel o tijera”. Como explica Ana Revilla “desde finales de la década de los sesenta del pasado siglo hasta la actualidad se constata una generación de artistas que comparten un común interés por el arte de la memoria. La obra de Magallón Sicilia (Zaragoza,1969) responde a estos parámetros, ya que recurre a la secuencialidad y a la repetición, a la metáfora y al símbolo, buscando transformar el material histórico y la remembranza en objeto físico y en un hecho espacial. Los recuerdos se van acumulando en un territorio conceptual donde predomina la proliferación de las partes, frente a la presencia única.
A través de esta muestra, encontramos la necesidad de vencer al olvido, mediante la posibilidad de una lectura inagotable. Cada elemento, cada fragmento, cada pincelada, cada forma muestra una naturaleza abierta a la posibilidad de una nueva opción que los seleccione y los recombine para crear una narración diferente y un nuevo significado”.
Y el Palacio de Montemuzo acoge, hasta el próximo 18 de febrero de 2018, la exposición de la artista zaragozana Marisa Royo (1968) titulada “El viaje”. Como si se tratara de un cuaderno de viaje, a través de aproximadamente unas 120 obras, entre dibujos y acuarelas, la artista representa la naturaleza en sus más diversas manifestaciones, “en pequeños fragmentos y en visiones cercanas y profundas porque se trata siempre de llegar a la médula misma de la vida”, como señala Rafael Ordóñez. El discurso de “El viaje” es casi siempre evocador, y a veces onírico. Hay en él una cierta mirada de embelesamiento adolescente: la que impregna, acompaña y prefigura el viaje iniciático de la vida.
